Ser sensibles y emocionales

8 de Marzo 2021

Aprovecho para decirles a las mujeres y a los hombres: ser sensibles y emocionales es un regalo, pero también un reto.  Sentir las emociones nos humaniza, pero saberlas gestionar nos da salud emocional, nos sana el alma, nos hace mejores personas y determina nuestra calidad de vida.  Por eso es un reto que no da espera.

Sensibilidad y emociones son dos palabras gigantes para describir lo que somos.  Qué orgullo que las representemos, ojalá nunca renunciemos a ellas.  

En estos momentos en que la realidad nos ha confrontado muy duro, por lo inesperada y sorprendente; hasta el punto de sacarnos de la zona de confort, vale la pena reinterpretar el significado de “ser emocionales y ser sensibles”.  Es una gran oportunidad para rescatar su verdadero valor, porque lo que antes eran palabas despectivas, sinónimos de debilidad, hoy son palabras de orgullo, sinónimos de humanismo. 

Sensibles y emocionales han sido adjetivos pronunciados para calificar la debilidad femenina, para diferenciar a las mujeres de los hombres y por consiguiente para calificar (por su carencia) la fortaleza de los hombres.  

Dos cualidades que muchas personas no se permiten tener o manifestar, porque se ven como cualidades opuestas a la seguridad y a la valentía.  

La sensibilidad y la emocionalidad interpretadas como debilidad son un camino de ahogo emocional -sino que nos lo diga la pandemia-, porque confunden el sentir con la reacción al sentir. De otra manera puedo decir: confunden sentir emociones con la gestión de las emociones.

Es una fortaleza humana ser sensible: sentir la vida, percibir la riqueza, la diversidad y la abundancia, que nos permiten nuestros sentidos; mirar al otro y comprender sus emociones como fruto de sus historias y su contexto.  Ser sensible para ver en la esencia del otro mi propio ser.  Ser sensible nos ayuda a observar más y mejor, nos ayuda a despertar nuestro Ser consciente.  Ser sensible a otras verdades, a otras posibilidades de enriquecer la vida. Ser sensible a lo más esencial.

La sensibilidad que suena despectiva, es aquella que se refleja en actos y reacciones para manipular, para pedirle al otro que sea lo que tú necesitas que sea, para actuar como víctima, incapaz y débil, para exigirle al ambiente ‘hacerse cargo de mi” por incapacidad de gestionarme a mí mismo/a.  

La contraparte importante es darnos cuenta de que a nadie le choca la sensibilidad buena, la que se manifiesta cuando elegimos acompañar, amar, agradecer, contemplar y/o comprender.

La pregunta importante no es si somos sensibles o no, es preguntarnos ¿cómo usamos la sensibilidad? ¿cómo reaccionamos a ella? y ¿para qué? Porque ni ser víctima ni ser hielo son caminos sanos. 

Qué gran oportunidad ser emocionales.  Emocional es la persona que identifica la energía de las emociones como parte fundamental de todo evento de la vida.  La emoción es una reacción del cuerpo, a la vida.  La emoción permite sentir la vida. Por eso, las emociones dejan de existir cuando se detiene la vida.  Las emociones son el camino del autoconocimiento. Una persona que se reconoce emocional, se mira a sí misma como un ser más integro, más completo, más auténtico, más real, porque no esconde, ni niega, ni ignora, ni congela su sentir.

El problema no es sentir las emociones, es dejarnos dominar por ellas, por su mandato inconsciente.

El reto que tenemos al frente no es con las emociones positivas, esas las manejamos muy bien; es con las negativas, toxicas, no saludables, perturbadoras. 

¿Qué hacemos con esas emociones cuando aparecen? ¿Las ignoramos, las escondemos, las volvemos enfermedad, las convertimos en nuestra manera de ser; o las observamos, las gestionamos, las neutralizamos para no dejar que nuestro Ser sea fruto de su mandato sino de nuestras elecciones?

Lo que no nos conviene, ni a mujeres ni a hombres, es usar la energía de las emociones negativas para manipular o ser víctimas, y mucho menos, para fingir fortaleza.  ¡Cuidado!

La emocionalidad no es lo que nos hace débiles. El estancamiento total es negarla, no reconocer “que sentimos y tenemos emociones”, y, peor aún, esconderlas.

Dejar fluir las emociones negativas es el camino para tener salud emocional. 

Termino promoviendo en todos, una reflexión:

¿Las emociones que sientes deciden tu reacción?

¿El tono de la emoción que sientes es el mismo tono emocional de la reacción?

¿Tus reacciones responden al mandato de las emociones negativas? ¿Quién está definiendo el ser que eres?

Este es el gran reto.  Asumir desde nuestro SER consciente nuestras reacciones a las emociones sentidas. Ser coherente para que nuestra reacción sea acorde al SER que queremos SER.

Estamos en nuestro cuarto de hora, nuestra sociedad se humaniza siendo sensible y emocional, y evoluciona si aprendemos a responder a ella aceptando y asumiendo el timón de la propia vida para avanzar hacia nuestro gran objetivo “humanismos desde la consciencia del impacto emocional”.

Marta Olga