La esperanza de que llegará la primavera 

El reto al que nos enfrentamos cuando se presentan situaciones repentinas, que sorprenden y nos sacan de la zona de confort o de los caminos previsibles, es el de crear posibilidades para responder y avanzar. Esto puede parecerte una frase simple y muy común, pero vale la pena darnos cuenta qué significa: observa desde qué creencias la validas, con qué lente perceptivo la proyectas y qué pensamiento usas para responder. 

Una creencia que nos puede limitar es “creer” que, para responder a lo diferente, contamos con la experiencia y los conocimientos del pasado que nos han dado éxito. No será mejor reconocer, ser consciente de que, si afuera hay transformaciones, para responder exitosamente, esas mismas transformaciones tienen que suceder en tus creencias, en tu Ser.

Un lente perceptivo que nos estancaría sería enfocarnos en recuperar el pasado, o en mejorar el presente. Ahí no hay o no habría nada nuevo, y quizás sería perder la oportunidad que podría brotar de esta adversidad. Necesitamos enfocarnos en construir futuro. En nuevas posibilidades. 

Y nos faltaría darnos cuenta cuáles pensamientos estás usando para responder, qué impacto emocional generas cuando lo usas y la coherencia cuando actúas. El reto de definir nuevas creencias, soltar lo que ya no funciona, dedicarnos a construir futuro, nos dice que estamos ante el reino de las posibilidades, pero que ellas se encuentran a través de un nuevo pensamiento.

Nos debemos permitir usar nuestro pensamiento para construir futuro, necesitamos relacionarlo con nueva información, información consciente. Usarlo en positivo para ver posibilidades y no para reforzar carencias, ausencias, límites, quejas y reclamos. Necesitamos usarlo para interpretar lo que sirve, para hacer síntesis y no para quedarnos en el sobre análisis que nos detiene, que nos polariza, convirtiéndose en la antesala del miedo y del estrés. Quiero que te des cuenta – yo lo estoy haciendo-, tú cómo usas tu pensamiento, para que evitemos, tú y yo, reforzar ese círculo vicioso que solo podría, si dejamos, enfrentarnos a la decadencia.

Necesitamos un pensamiento, que surja de un propósito nuevo. Un propósito nuevo que surja de un nuevo SER.

Piensa ¿cuál es tu propósito de futuro que realizas con las acciones de todos los días? ¿Tú de qué quieres ser referente? ¿Qué identidad te deja en paz contigo mismo? 

Pensemos, ¿Qué manera de Ser nos va a permitir construir la sociedad en la que queremos vivir, todos, juntos? ¿De dónde van a salir esos seres que nos inspirarán? 

Ese ser no caerá del cielo. Yo pienso que ese SER brotará de ti. Si tú lo permites.

¿Cómo?

Quiero darte la respuesta con el siguiente símil.

Qué otoño el que estamos viviendo, comienzan a caerse una por una las horas que adornan nuestras ramas. Se caen las ramas de la seguridad económica, de la fama, del ego, de la distracción, de los viajes, de la vanidad, de la vida social… Se sueltan las hojas que demuestran nuestra fortaleza… ¿Qué nos queda?

La esperanza de que llegará la primavera. Un nuevo renacer. 

Estamos ante la evidencia del acontecer de la vida. Sabemos que no lo podemos controlar, pero si lo podemos aceptar. Tenemos el gran don del libre albedrío, que nos permite asumir la vida para dejarla fluir, o mejor, para fluir con ella –como el oso que a veces entra libremente en hibernación para sobrevivir al invierno–. Observar la naturaleza y el ciclo de la vida, -de dónde venimos-, nos permite darnos cuenta que lo mejor es no poner resistencia, fluir con él. Al fluir aminoramos el sufrimiento, porque ganamos comprensión. Reconocemos y aceptamos que la vida ES. Ante esa realidad que no podemos controlar, solo podemos elegir “cómo responder”, con lo que sí hay, son lo que somos, con lo que tenemos.

Continúo entonces con el símil del otoño: se cayeron las hojas y sin ellas surge la uniformidad, quizás la monotonía de los meros troncos, no hay nada que los haga diferentes, hasta el punto de que solo vemos o pensamos, en la carencia, en la ausencia, quizás en la pobreza. De pronto, si practicamos el gran don de pensar, nos podríamos preguntar, cómo será la actividad de ese árbol por dentro. No es la hora de brillar, no es la hora de producir, es la hora de purificar, fortalecer su propia savia. La savia interna es la que le permitirá su propio renacer.

A veces la pobreza externa nos acerca a la riqueza interna. En alguna parte tenemos que encontrar la fuerza para continuar.

De dónde vamos a sacar el alimento para nuestras nuevas hojas… De lo que nos corre por dentro. De la profundidad de las raíces que nos acercan a lo esencial que no se negocia con la adversidad.

¿Qué será lo que nos pasa, que no logramos darnos cuenta de que la savia de la vida corre por dentro de nosotros mismos? La savia es nuestro SER …

Por eso termino preguntándote: 

¿Qué está pasando con tu SER en este otoño?

MARTAOLGA