FORMAR EL SER RESILIENTE NO DA ESPERA NI A LAS EMPRESAS NI A LAS PERSONAS

Febrero 2021

Pasan los días y no logramos acostumbrarnos. La ansiedad, el miedo y la tristeza acumuladas toman ventaja. Las emociones negativas están siendo un imán para los pensamientos negativos. Y estos solo aparecen para justificar y negarle posibilidades al futuro; la parálisis de acción externa nos dejó sin caminos para continuar… la sobrevivencia vital (energía para vivir) y la sostenibilidad emocional están en juego, tanto para personas como para empresas. El gran reto no da espera, tenemos que encontrar el camino para ser superiores a las circunstancias, eso es realmente vivir y no podemos tener miedo. El único camino para superar la adversidad y el sufrimiento es el aprendizaje.

El aprendizaje es proporcional a la adversidad si respondes a ella desde un SER resiliente.


Hemos estado viviendo durante unos meses una situación inesperada de impacto negativo, nos estamos enfrentando a muchas cosas que nos desconciertan y nos dejan sin respuestas claras para avanzar. Sentimos como si nos hubieran detenido la vida, o nos hubieran puesto un obstáculo para continuar con lo que veníamos siendo, haciendo y logrando. ¿Esto será bueno o malo?


La resiliencia, como manera de SER –y no como conocimiento–, es el camino para responder a las situaciones inesperadas, buscando salir de ellas engrandecidos por el aprendizaje diferencial al que nos retan. Un aprendizaje que no es solo intelectual, sino ante todo espiritual.

Un SER resiliente, está dispuesto a responder, desde nuevas posibilidades, a las situaciones que obstaculizan el camino predecible, evitando anclarse o detenerse. Lo mueve su compromiso con avanzar, no solo para la sostenibilidad sino, ante todo, para su propia evolución.

Un SER resiliente sabe que las herramientas de su mundo interno (el pensamiento, la acción y las emociones), lo fortalecen para ser superior a las circunstancias y reconoce que el trabajo en sí mismo es personal e indelegable. 


Somos muchos los que al mismo tiempo estamos desconcertados, y aunque pareciera que “mal de muchos consuelos de tontos”… Parece que nuestra manera de Ser y de reaccionar funcionaba en condiciones distintas y por eso nos sentimos bloqueados. Ante esta realidad, la reflexión más importante no es para comprender lo que nos está pasando, sino para darnos cuenta y elegir cómo gestionar nuestro propio SER, nuestras emociones y creencias, para encontrar nuevas interpretaciones y posibilidades, para salir, avanzar y lograr crecer.  


Hace casi un año, comenzamos a ver con euforia la llegada de las transformaciones que estábamos esperando -el trabajo virtual y el home office-. Nos las habían ofrecido como una promesa de libertad. Sin embargo, y sin saber por qué, nos negábamos a aceptarlas y continuábamos viviendo desde el ser inconsciente, anclados en la zona de confort y con rigidez mental. Tristemente, cuando esta realidad llegó, vino acompañada de una orden de encierro y -por falta de preparación- vivimos un desconcierto emocional que nos hizo evidente la ignorancia sobre las herramientas de nuestro ser interior. 

Nos dominaron las preguntas: de dónde sale el tiempo libre, en qué lo puedo usar, qué otros intereses tengo, qué futuro quiero construir, cómo puedo ser feliz, qué Ser quiero ser después de este impacto, cuál es el sentido de la vida y tal vez el sentido de la muerte. 

Todo pasó como no esperábamos que pasara. Y hoy nos enfrentamos a esta realidad como si fueran piezas sueltas de un rompecabezas, donde se encuentra la clave para energizar la vida. Esas piezas sueltas son lo que hay, ¿quién o qué nos inspirará para armarlo?


Nuestra manera de Ser está pidiendo a gritos una nueva perspectiva. La realidad presente nos muestra que estamos apoyados en bastones externos frágiles para lograr pasar felices. Es importante darnos cuenta de que estamos ante una gran oportunidad de fortalecer nuestra propia columna vertebral interior. Esta oportunidad la debemos aprovechar todos, cualquiera que sea la edad, el trabajo o el rol. Ser resiliente es la macro competencia para la vida de las empresas y para las familias.


Prepararnos para la vida no es trabajar para sostener o mejorar el presente conocido, es prepararnos para responder a la llegada del presente desconocido, el que nos incita y nos reta a abrir puertas para encontrar lo nuevo, para el aprendizaje, para el crecimiento diferencial. Esto solo lo logran las personas y las empresas cuando reaccionan desde su SER RESILIENTE, el ser que aprende a responder en condiciones nuevas, inciertas e inesperadas. Responde con lo que hay, y especialmente con lo que no sabía que hay.

El gran despertar de conciencia que propongo y oriento consiste en darte cuenta de que formar el SER RESILIENTE toma tiempo, pero no da espera ni a las empresas ni a las personas. 

Marta Olga Arango